Las emociones influyen en el peso y la alimentación. Cada vez más, endocrinos y nutricionistas son conscientes de que las dietas solo triunfan si tienen en cuenta las emociones y situaciones personales de cada individuo. No hay régimen que funcione si no se adapta mínimamente a la personalidad de cada persona o ignora las circunstancias vitales que está viviendo. Aunque parezca lógico, ha costado muchos años asimilar esta realidad, tanto para quienes querían perder algunos kilos como, sobre todo, para los especialistas que debían ayudarles.
Es fundamental considerar tus circunstancias personales. Así como la gente entiende que las «dietas milagro» no funcionan, también crece el número de endocrinos y nutricionistas que priorizan indagar en la vida personal y familiar de quienes los consultan. No se puede afrontar un régimen de la misma manera si tienes cargas familiares importantes (como cuidar a nietos o a un padre dependiente) que si debes cocinar para un adolescente con manías poco saludables.
Además, la seguridad en uno mismo es otro aspecto clave a estudiar. Hay quienes se sienten capaces de perder peso desde el primer momento y quienes necesitan un refuerzo continuo. Por eso, debes escoger expertos que de verdad te escuchen. Si observas que tu especialista se limita a pesarte, medirte y darte la misma dieta que a cualquier otro paciente, quizás necesites otro asesor. La psicología y la buena gestión de las emociones también forman parte de la terapia para comer mejor. Tienes derecho a beneficiarte de ello.
Barreras Emocionales que Influyen en tu Alimentación
Existen barreras emocionales que pueden influir en tus hábitos alimenticios y dificultar un manejo saludable del peso. Es clave que, si las reconoces en ti, busques herramientas para superarlas y lograr tus objetivos.
Ansiedad
Muchas personas la compensan comiendo ciertos alimentos que provocan una sensación temporal de bienestar, al aumentar la glucosa en sangre y estimular la secreción de serotonina y endorfinas (las llamadas «hormonas de la felicidad»).
Falta de voluntad
Puedes pensar qué «fracasas» con la alimentación porque no tienes fuerza de voluntad, pero todos poseemos la misma. Solo debes aprender paso a paso a usarla a tu favor para avanzar.
Bloqueos mentales
Algunas personas, en lugar de afrontar sus problemas, intentan huir de ellos a través de la comida. Por eso, cada vez que te sientes triste, enfadado, apático o con problemas, podrías recurrir a la comida de forma compulsiva.
Baja autoestima
Valorarse en positivo es básico para tener un mayor empeño y no caer en el pensamiento de que «nunca conseguiré un cambio». Además, si aumenta la autoestima, disminuye la obsesión por el peso.